«Estamos totalmente de acuerdo: enriquecedora».

Info. Experiencia

«Una experiencia enriquecedora»

Juan Carlos y Sonia, padres de Álvaro y Javier.

Os presentamos a Sonia Orjas y a Juan Carlos Peñas, padres de Álvaro y Javier (ambos estudiantes de uno de nuestros programas de año escolar en el extranjero)

>> Estados Unidos en familia – J1 (colegio público y familia voluntaria)

¡Hola!

Somos Juan Carlos y Sonia, los padres de Álvaro y Javi. Enviamos a Álvaro hace dos años a Michigan y tuvo una experiencia maravillosa, y este año tenemos a Javier, que es el mediano, en Carolina del Sur, que también está viviendo una experiencia fantástica. 

¿Qué destacaríais de haber tenido a vuestro hijo fuera?

JP: Pues la verdad, destacaría la experiencia para ellos de verse sin su familia, el no estar tan apegados a sus padres, el poder ser autosuficientes y, desde luego, ver que son muy valientes a la hora de cambiar de familia, de colegio, en general de su entorno, de su zona de comodidad, su zona de confort. Me ha encantado ver que mis hijos han sido capaces de hacer eso. 

¿Qué tal ha sido la adaptación?

SO: La adaptación de los dos ha sido espectacular. En el caso de Álvaro, el primero, pues no hubo adaptación [se ríe]. De hecho hubo una anécdota muy graciosa (bueno, graciosa ahora, en su día no nos hizo ninguna gracia…): él se fue, llegó, vimos que el avión había aterrizado, Rubén estaba pendiente, nosotros también, pero nadie nos confirmaba “mamá, he llegado bien”, ni él, ni la familia, y cuando ya estábamos todos a punto de cortarnos las venas, dos horas más tarde se nos ocurrió mirar el Facebook de la madre, y vimos que había colgado dos fotos, en las que se veía Álvaro con sus nuevos hermanos, unos amigos que habían ido a visitarles, todos jugando en el jardín al baloncesto, con una sonrisa de oreja a oreja y la madre había escrito “tenemos a un nuevo miembro en la familia”. Y a partir de ahí, esa fue la adaptación. No hubo más adaptación. Al día siguiente ya empezó a jugar en el equipo de fútbol americano porque ya se había inscrito, e hizo muchísimos amigos. Cuando ya llegó al colegio, ya tenía todos los amigos que podía tener y fue maravilloso. Nunca tuvo ningún problema de adaptación, ni de morriña ni nada. Y Javier ahora, exactamente lo mismo. El otro día hablábamos con él y le preguntábamos si en algún momento había sentido nostalgia o si nos echaba muchísimo de menos… ¡creo que deseábamos que nos lo dijera! Y nos contesto: “mamá, ni un solo día”

¿Cómo fue el proceso de inscripción?

JP: Al principio, muy complejo, pero poquito a poco, paso a paso, se van solucionando los problemas. Fundamentalmente Sonia llevó el papeleo, y vamos al final sale todo adelante. La embajada americana es complicada, pero bueno, gracias a la ayuda de Rubén y del equipo de The Lemon Tree Education, vamos, se solucionaron todos los problemas e inconvenientes

SO: El expediente, es verdad que cuando te lo mandan, lo abres y dices, “¡Dios mío! ¡Qué es esto!”. Y lo cierras porque no quieres ni verlo. Pero luego poco a poco es verdad que The Lemon Tree Education es impresionante, te ayuda en todo y se va haciendo más fácil. En el caso de Javi lo tuvimos muy complicado; como nos ha pillado en curso con el Covid19, con lock-down y todo, la embajada cerrada… fue muy estresante. No supimos que se iba hasta 15 días antes. Los trámites burocráticos estaban parados, y tuvimos serias dudas. Tenemos que decir que si no hubiese sido por el apoyo de TLT, quizás no lo hubiésemos enviado. Ellos nos dieron mucha seguridad, y tomamos la decisión de enviarle en esos momentos y al final todo se solucionó. 

¿Qué tal la vuelta a España?

JP: ¿La vuelta a España? ¡jajaja! [ríe mucho]. Lo primero que dicen los niños cuando vuelven aquí es “¡Quiero volver a Estados Unidos!”, pero luego va pasando el tiempo, y se van acomodando a su nuevo entorno, a su familia biológica [ambos ríen] y bueno, a su vida normal. Pero mantienen una relación muy estrecha con su familia americana. Álvaro por ejemplo, se mensajea todos los días por Instagram con sus padres o sus hermanos americanos, y vamos, la adaptación ha sido extraordinaria. En definitiva, vuelven a ser hijos nuestros [se ríen los dos] pero tienen otra familia más en Estados Unidos.

¿En qué les ha enriquecido más esta experiencia?

SO: A Álvaro le ha enriquecido en todos los sentidos; a nivel personal le ha hecho crecer, le ha dado unas herramientas que antes no tenía, y que está utilizando en todos los aspectos de su vida. De hecho él cambió de vocación académica en Estados Unidos. Ahora está haciendo una carrera que le encanta y, además, en inglés, que es una herramienta muy práctica, y él se ha dado cuenta de que puede ir a cualquier sitio cuando quiere y como quiera. El mundo se le ha abierto a sus ojos y tiene claro que puede ir a estudiar algún posgrado o hacer un Erasmus donde sea y él ya habla de ir a trabajar fuera y de desarrollar una carrera profesional fuera en cualquier parte de Europa o de América, sin ningún problema. Lo tiene muy interiorizado, como algo muy natural. Entonces, le ha dado muchas herramientas a nivel personal, ha madurado, ha crecido como persona y le ha cambiado todo. Él es muy deportista y algo tan tonto como abrirse a otros deportes, cuando él estaba “¡fútbol, fútbol, fútbol!” pues allí descubrió el fútbol americano, que le apasiona (de hecho ahora es su deporte), juega aquí al fútbol americano, hizo atletismo, hizo baloncesto, le ha abierto la mente a muchísimas cosas, que de otra forma nunca se hubiese planteado.

¿Cómo habéis vivido el tiempo en que ellos han estado fuera?

JP: Hemos visto que hemos echado de menos muchísimo a nuestros hijos, pero también vemos que es una proyección de futuro para ellos extraordinaria. Yo soy muy Europeísta y sé que si quieren hacer algo fuera, pueden hacerlo sin problema, y que no van a tener esa pena de “¿dónde está mi familia?”, ni de “estoy durmiendo en una cama ajena o en una cama extraña”. Ellos van a poder ir y venir donde estén; en Australia, Sudáfrica, Islandia si quieren, y van a tener aquí su familia y nosotros también nos hemos acostumbrado a estar sin ellos. Sonia lo lleva peor [ella asiente con la cabeza], yo soy más abierto.

SO: Aquí yo tengo que decir que a mí me ha supuesto la vida [lo dice con una sonrisa y ríen los dos] estos años con ellos fuera. He pasado un año horrible con Álvaro y lo estoy pasando fatal con Javi…

JP: Porque no la llaman [explica y añade, con cariño, parafraseando a su mujer (supuestamente indignada)] “¡Es que no me llaman! ¡Es que no me contestan los Whatssaps!” [se ríen los dos]. Pero es que el niño está haciendo su vida, está haciendo su experiencia y volverá.        

SO: En el caso de Javier, está tan integrado y a gusto ¡que no llama! y para mí me supone un gran sacrificio a nivel personal, pero bueno, es un sacrificio que hay que hacer por el bien de ellos. 

JP: Para mí no tanto porque te hace sentir ese orgullo de padre, poder decir que mis hijos no están aquí agarrados a su familia, todo lo contrario, pueden irse a otro sitio y van a ser capaces de salir adelante. Eso es una maravilla. 

SO: Lo que pasa es que se les olvida, como si tuviesen un lapsus, tienen un vínculo que de pronto, ¡zasca!, cortan. Yo siempre digo que a mis hijos ‘América les abduce’ [se ríen ambos]. Ellos llegan, de repente se hacen americanos y se olvidan de nosotros. Estoy segura de que siguen adorando a su familia… [ríen] A ver, también, visto desde otro punto de vista, es bueno saber que son capaces de ser independientes y que les hemos dotado también de esas herramientas para que se puedan adaptar – pero bueno, para una madre es difícil [se tronchan de risa los dos]. ¡¡Tenemos nuestro corazoncito!!

A nivel familiar, ¿os ha favorecido? ¿Os ha unido más? ¿Cómo os ha enriquecido?

JP: Yo lo veo más como un paréntesis, como si se fuesen a estudiar un Erasmus, sabes que es un plus que les vas a dar en la formación, porque no podemos darle otra cosa: educación y formación.  

SO: A nivel familiar, sí tengo que destacar algo muy positivo, pues también nos ha dado la oportunidad de prestar más atención a nuestros otros hijos [se ríen]. Cuantos menos hay,  más tiempo y más atención les puedes dedicar. Pues a Javier, por ejemplo, que es el mediano (los medianos, por algún motivo siempre se creen que están un poco olvidados) cuando el mayor estaba fuera pues le pudimos dedicar también mucho tiempo y mucho espacio. Ahora que el mediano está fuera y el mayor está en la universidad, pues es la pequeña la que nos necesita. Vas aprovechando esos momentos para fortalecer vínculos familiares adaptándote al que está y al que no está. 

JP: Y entre los hermanos les preguntas “¿Echaste de menos a Javi?” y te dicen un “¡no!” rotundo. Pero así, eso también une a los hermanos. Estando fuera el mayor, Javi nunca tuvo celos, era más curiosidad, veía las fotos en redes, “mira, ahora está dando fútbol americano, ahora está en una excursión…” curiosidad familiar por lo llamativo de la experiencia que está viviendo y eso, más que generar un desconsuelo, incita a sus hermanos a querer ir también.

SO: Eso es verdad, eso un punto a favor. Sí que es cierto que a Javier, que es el mediano y es un niño más introvertido, le hubiese costado más tomar la decisión de primeras. Al ver la experiencia tan maravillosa que tuvo su hermano, él estaba deseando ir y, quizás, de otra forma no se hubiese atrevido; hubiésemos tenido que insistirle más.

¿Qué le dirías a otros padres que se están pensando enviar a sus hijos a estudiar fuera?

JP: Personalmente, les diría ¡qué lo hagan! Que lo hagan y que no les dé miedo. Que vean que sus hijos son capaces de hacerlo. Que no tienen que estar siempre en el entorno familiar, porque eso les va a beneficiar mucho, incluso a nivel profesional. Cuando ya acaben sus carreras, cuando tengan que irse de Erasmus, cuando tengan que irse a trabajar donde sea, donde haya trabajo… eso les va a venir fenomenal. 

SO: Y luego hay un tema que es recurrente entre los padres, que les preocupa mucho: el año académico que has perdido, da mucho miedo. Sobre todo en estas edades en las que luego te enfrentas a la selectividad o a un bachillerato, pues perder el ritmo español y luego poder perder o bajar de nivel en el año siguiente. En nuestro caso no ha ocurrido, porque nada más volver Álvaro acudió a una academia todo el verano y se puso al día. Es verdad que luego en segundo de bachillerato le costó un poco más, pero, bueno, al final hizo su selectividad y ha conseguido la primera opción de carrera que ha querido. Nosotros nos llegamos incluso a plantear que, en el caso de que fuese una catástrofe monumental, no teníamos ningún problema en que repitiera de curso. Porque realmente creemos que todo lo que le ha aportado esa experiencia que ha vivido, merece con creces la pena, aunque luego haya que reforzar otro año. Al final, la vida es muy larga y todo lo que te aporta la experiencia no lo vas a poder aprender o asimilar de otra forma. Entonces, qué más da empezar la universidad con 18 o con 19. No hubiese sido un problema para nosotros que hubiese tenido que reforzar un curso, para luego hacer una buena selectividad, a cambio de haber vivido ese año escolar fuera. 

¿Por qué os decantasteis por The Lemon Tree Education?

SO: Cuando nos lo planteamos habíamos contactado a un par de agencias y, bueno, nos contaban un poco todas lo mismo. Luego una madre conocida de aquí de Boadilla nos comentó que ella había mandado a sus hijos con The Lemon Tree Education y nos dijo “no toméis ninguna decisión sin antes conocerles”. Y, efectivamente, concertamos una cita, vino Rubén a casa y cuando Rubén salió de casa teníamos clarísimo con quién íbamos a mandar a nuestros hijos. De hecho, él nos insistió muchísimo antes de irse que viéramos a más agencias, que comparáramos… pero es que teníamos clarísimo que no teníamos que ver a nadie más. El tiempo que estuvo en nuestra casa, la delicadeza con la que nos contó todo, todo el tiempo que invirtió en explicarle a nuestro hijo los pros, los contras… Nos pareció, desde luego, que si íbamos a embarcarnos en algo tan complicado a priori, tenía que ser con gente como ellos. De hecho les seguimos recomendando siempre. Nos transmiten mucha tranquilidad y mucha seguridad. 

JP: Rubén como cabeza de equipo y el resto de equipo, se tiran el tiempo que haga falta explicándoles todo a los chicos. A veces Rubén les pone en situación tipo “A ver, ¿tú qué harías si te levantas por la mañana, en tu casa americana, en tu familia?” por ejemplo “ah, pues yo bajo a desayunar”, respondería mi hijo. Y Rubén le contesta, “¡No, no! Tienes que abrir la ventana, airear la habitación, tiene que estar limpia”. Les recuerdan las normas de convivencia. Eso a los niños les choca mucho, pero es verdad que es el proceso que deben seguir. Y lo que recalcan siempre es lo de la adaptación. “Vas a ir a una familia diferente a la tuya que puede tener un criterio de limpieza diferente al que tienen tus padres, un criterio de alimentación diferente al que tiene tus padres y tienes que adaptarte”. Y esto es lo mejor que tiene el programa, que los niños tienen que adaptarse. Y eso les va a venir bien, en todas las facetas de su vida. 

Ya para acabar. ¿Cómo fue la despedida en el aeropuerto? 

SO: A mí personalmente me daba mucho miedo, además yo soy muy llorona y era un momento que temía muchísimo y la verdad es que [TLT] lo hicieron muy fácil. Álvaro tuvo mucha suerte porque él se fue con un grupo muy amplio de niños. Además, Estrella [una de las gestoras de la agencia] viajó con ellos, porque iba a hacer la orientación en Nueva York. Entonces yo llegué al aeropuerto con las lágrimas prácticamente en los ojos y encontrarte a tres miembros del equipo de TLT, que los van dirigiendo en todo momento, a dónde vas, dónde vienes, facturar, tal… Cuando ya llegó el momento de la despedida, se había creado un ambiente tan festivo -porque todos estaban muy emocionados ante lo que les esperaba-, pues no fue tan duro como esperábamos. Al final se fueron contentísimos. De hecho, fue en ese momento que me di cuenta que mi hijo el mediano, Javier, decidió que se quería ir. Yo estoy convencida que en ese mismo instante hubiese cogido y se hubiese ido con ellos. Le dieron mucha envidia. Se creó un ambiente muy especial. Y luego Rubén lo hizo muy fácil, porque dijo “Bueno, ahora un minuto de despedida y nos vamos” y no dio opción a que aquello fuera un mar de lágrimas. Y, bueno, lo malo fue luego en casa… [se ríe] pero el aeropuerto lo recuerdo con mucho cariño, fue muy bonito. 

JP: Yo reconozco que me emocioné, me emocioné mucho porque no soy nada llorón, en absoluto, pero sí que me emocioné porque creo que fue una mezcla entre pena y orgullo. Es que para mí, la valentía de esos niños hay que destacarla y ponerla en valor porque es que se van a hacer algo, que si lo tuviese que hacer un adulto, sería dramático prácticamente: el cambiar de país, cambiar de trabajo, cambiar de familia, ¿qué más te puede pasar? Entonces, para mí era una mezcla entre pena y orgullo. 

[Ambos se miran. Sonríen contentos. Tranquilos. Satisfechos.]

 >>¿Si tuvieseis que valorar la experiencia en una palabra?

SO: ¡Enriquecedora!… y maravillosa. [Se miran entre ellos, asienten, sonríen] 

JP: ¡Vamos! Coincido con ella, ¡¡totalmente!! [se vuelven a tronchar de risa]: ¡Enriquecedora!


Experiencia: Familia Peñas Orjas. Sonia Orjas y Juan Carlos Peñas, padres de Álvaro y Javier.

Programa: Estados Unidos en familia – J1 (colegio público y familia voluntaria)

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