Los cuentos no duermen: despiertan. Y no tienen edad.

Los cuentos no duermen: despiertan. Y no tienen edad.
02Ago 2025

Desde peques nos han contado historias, muchas con moralejas, y algunas que nos marcan más que otras. Las historias que nos marcaron dependerán mucho de quiénes éramos, y al mismo tiempo, dirán mucho de quienes somos. Recuerdo dos de mi infancia que me marcaron, “El cuento de la lechera” y “Pedro y el lobo”, ¿las conoces? Pero también he escuchado historias que me han marcado de mayor, porque los cuentos no terminan cuando termina la infancia. ¡Quédate y te lo cuento!

¿Qué es el cuento?

El cuento es una narración breve, con introducción, nudo y desenlace, grupo reducido de personajes y argumento sencillo y lineal. Se diferencia del mito y la leyenda en que estos no se presentan como ficticios y el cuento sí, de hecho, se enmarca en un tiempo (“érase una vez…”) y espacio (“en el castillo de irás y no volverás”) indeterminados, convenidos e imaginarios. 

Cuentos famosos que reconocemos son la recopilación de “Las mil y una noches”, “Cuentos de la Alhambra” de Washington Irving o los cuentos de los hermanos Grimm, entre los que se encuentran «Hansel y Gretel», «Caperucita Roja», «Blancanieves», «La Cenicienta» y «La Bella Durmiente», con adaptaciones famosísimas a película. También hay cuentos que han sido clásicamente para adultos, como los escritos por Kafka o Edgar Allan Poe, y los “Cuentos para Pensar” de Jorge Bucay, muy queridos y utilizados en el mundo de la psicoeducación.

Existen dos grandes mitos alrededor del cuento: que solo tenga cabida en la infancia y que tenga un final feliz. Un proverbio judío dice “Los cuentos no fueron escritos para dormir a los niños, sino para despertar la conciencia de los adultos”. 

Aunque en la historia de la literatura abundan los finales felices, hablar de cuentos no es hablar de finales felices. Cada vez más, en la nueva narrativa infanto-juvenil se permiten los finales no-felices tan temidos por los adultos y, como en la vida misma, aparecen finales sorpresivos con un efecto emocional agridulce y diverso. Además, aparecen nuevos temas que permanecían ocultos, como la soledad, la enfermedad, la guerra, la muerte, la violencia, la angustia, etc. Dando voz a las emociones o aspectos de la vida que han sido históricamente tabú en nuestras sociedades.

¿Para qué tanto cuento?

El ser humano, mediante las tradiciones orales que dieron lugar a las tradiciones escritas, ha transmitido formas de concebir el mundo, información, valores y actitudes de tipo cultural, sociológico y moral, de una generación a otra. Las historias trascienden el tiempo y espacio, y así, por ejemplo, las parábolas bíblicas pueden influir en el contexto contemporáneo. Las historias tienen que ver con cómo nos contamos que somos, quién nos contamos que somos. 

El relato es capaz de estremecer partes sensibles y recónditas del ser humano, movilizando lo que parece inaccesible, haciéndonos cuestionarnos y cambiar nuestros marcos de referencia, nuestra visión del mundo. Los cuentos pueden sacarnos de nuestro pensamiento limitado para descubrir nuevos aspectos de nosotras y nosotros mismos.  El cuento es un espejo mágico en el que reconocernos.

Suele decirse que las personas ansiamos la verdad, aún así, es habitual que la primera reacción ante ella sea de rechazo. Por esa razón, maestros espirituales como Buda y Jesús, utilizaron el recurso del relato para franquear las resistencias de quienes les escuchaban. Es imposible resistirse al «érase una vez…».

Te regalo un cuento

Aquí te dejo un video para que escuches el cuento completo de la voz de su autor cerrando los ojos y dejando volar la imaginación.

Jorge Bucay, en su maravilloso cuento El elefante encadenado, habla de un elefante enorme que está atado en el circo a una pequeña estaca de madera que, resulta evidente, si tirase de ella, la rompería con facilidad. Se cuestiona e intenta buscar una explicación a por qué no lo hace, hasta que alguien le da la solución. Cuando el elefante era muy pequeño, estando atado a la misma estaca, no tenía la suficiente fuerza para arrancarla, y aunque tiró, y tiró, no lo consiguió.

“Y así́ hasta que un día terrible para el resto de su vida, el elefante aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese poderoso elefante no escapa porque cree que no puede, tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió de pequeño. Y lo peor es que jamás volvió a poner a prueba su fuerza.”

(Jorge Bucay, “Déjame que te cuente”)

¿Cuál es tu historia favorita?

Me encantaría saberlo si te atreves a compartirla en los comentarios. Creo que no hay nada como regalar una historia. Te animo a leerlas, a visionar su adaptación audiovisual, y también a escribir y a compartir tus propias historias, a probar a participar en concursos, porque el cuento es un recurso literario muy valioso que entre todas las personas podemos disfrutar y preservar. 

Te invito, además, a probar a preguntarle a tus seres queridos (tu familia, tus amistades…) cuando os juntéis, ¿cuál es vuestra historia favorita? Puede que así os lleguéis a conocer un poquito más de lo que imaginas. 

Hasta pronto, cuando traiga más cosas para contar. 

Te lo cuenta...

Patricia Rivero

Patricia Rivero

Psicóloga y acompañante de personas en situación de vulnerabilidad: experiencia con menores en riesgo de exclusión social, migraciones, diversidad funcional y colectivo LGBTIQA+. Amante de todas las formas de vida, su misión es crear espacios sostenibles. Cooperante y gestora en proyectos de agroecología y protección animal. Escritora y fotógrafa en búsqueda de aprendizajes. “Cualquier momento es bueno para la ternura”.

Deja un comentario

Dinos cómo podemos ayudarte. Te llamamos.

He leído y acepto el Aviso Legal y la Política de Privacidad