“La paz no puede mantenerse por la fuerza; solo puede lograrse mediante la comprensión.” — Albert Einstein
Desde sus orígenes, el ser humano ha sido una especie nómada y migrante. Nuestros antepasados se desplazaban en busca de alimento, agua o refugio, y en cada trayecto se encontraban con otros grupos, intercambiaban costumbres, compartían lenguas, se mezclaban y aprendían unos de otros. A lo largo de la historia, guerras, conquistas, rutas comerciales e incluso los cambios climáticos han impulsado a millones de personas a movilizarse, generando encuentros culturales que, aunque a veces conflictivos, también han dado lugar a sociedades más ricas y diversas.
Vivimos en un mundo heterogéneo, donde diferentes culturas, religiones, formas de pensar, idiomas y costumbres conviven en barrios, ciudades y equipos de trabajo. Solo tienes que observar a tu alrededor —en tu barrio, en tu aula, en tu ciudad— para darte cuenta de que la diversidad está en todas partes. Viajar, estudiar en el extranjero, trabajar en equipos internacionales o convivir en entornos cada vez más globalizados ya es parte de nuestra realidad.
Sin embargo, en ocasiones olvidamos que esta diversidad no es un problema a resolver, sino una enorme riqueza. Cada cultura aporta formas únicas de ver la vida, valores distintos, conocimientos, tradiciones y maneras de relacionarse que pueden inspirarnos y enseñarnos. El verdadero reto está en gestionar estos puntos de vista diferentes para convivir, respetar y entender, valorando y abrazando lo distinto sin miedo ni prejuicios.

La diversidad, si se vive con apertura y tolerancia, no divide: multiplica. Al valorar la diversidad, ganamos perspectiva, desarrollamos empatía y nos preparamos para un mundo en el que el diálogo y la colaboración entre culturas serán la base de cualquier sociedad justa y sostenible.
Aquí es donde entran dos conceptos clave: interculturalidad y tolerancia.
La interculturalidad no consiste únicamente en “vivir al lado” de personas diferentes o residir en un país rodeado de otra cultura; son las conexiones que se generan entre personas de diversas culturas, el acercamiento, el deseo de entender y comprender al otro, y el respeto y valor que le otorgamos. Es aprender mutuamente y construir juntos.
Significa reconocer que cada cultura tiene algo que aportar y que el encuentro entre ellas puede generar nuevas ideas, soluciones y estilos de vida más enriquecedores. La interculturalidad implica habilidades personales, predisposición e intenciones que te preparan para saber escuchar, sentir curiosidad por descubrir y crear vínculos que van más allá de tu cultura y tus costumbres.
Ejemplo sencillo: cuando compartes una comida con amigos de otros países y aprendes tanto de su cocina como de sus historias. Nuestras diferencias nos unen, porque cada cultura aporta una pieza única al rompecabezas humano. La diversidad no es una amenaza; es la mayor fuente de riqueza de la humanidad.

La tolerancia va mucho más allá de “aguantar” o “soportar” lo diferente; implica respetar, aceptar y valorar que no todos pensamos igual, y que eso está bien. La UNESCO la define como “el respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo”.
Tolerar no significa estar de acuerdo en todo, sino convivir sin odio ni discriminación, aunque pensemos distinto.
Como decía el filósofo francés Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”.
Cada vez que comprendes a alguien diferente a ti, el mundo se amplía.
Y, más allá de construir un mundo más justo, digno y conectado, ¿por qué la interculturalidad y la tolerancia son hoy valores imprescindibles para la juventud?

La interculturalidad y la tolerancia no son solo “conceptos bonitos” que se explican en asignaturas de ética en el colegio: son herramientas para aprender a vivir mejor juntos en un mundo que siempre será diverso. Ser tolerante y abierto a la interculturalidad te hace más libre, empático y preparado para el futuro.
Apasionado por viajar, las culturas y las personas, Sergio es un ingeniero con experiencia en proyectos de cooperación internacional y de impacto social en comunidades por África y América Latina. Trabaja como coordinador de un proyecto de educación en África, ha fundado una ONG que trabaja con jóvenes activistas y ha montado una startup de movilidad sostenible.