Quiero hacer algo, pero no sé por dónde empezar: activismo para jóvenes con ganas de implicarse

Una sola persona no puede cambiar el mundo. Pero una sola persona puede empezar a cambiarlo.

Si estás leyendo esto, seguramente hay algo dentro de ti que no se conforma. Que no quiere mirar hacia otro lado mientras el mundo “arde” (a veces literal, otras veces de manera metafórica). Quizá te preocupa el cambio climático, la salud mental, los derechos humanos, el racismo, la educación, el consumo, el machismo… o simplemente sientes que “hay demasiadas cosas mal” y que tú, de alguna forma, quieres hacer algo.

Pero claro: abres Instagram y hay mil causas, mil datos, mil tragedias. Todo parece urgente, todo parece importante, y te preguntas: “¿Qué hago con todo esto? ¿Por dónde empiezo? ¿Y si no es suficiente?”

Vivimos en una sociedad con demasiadas posibilidades, pero a veces, lo diferente es demasiado raro o demasiado difícil. Vivimos abrumados y avasallados con tanta información, sin embargo somos más ineptos que nunca. Además, parece que las reglas están escritas: termina bien el cole, ve a la universidad, estudia algo con futuro, ten un buen trabajo, una familia…

¿No sientes que faltan lugares de encuentro, espacios para los jóvenes donde hablar, explorar nuevas posibilidades y ponerle orden a todo esto? Si también sientes que hay algo en la sociedad que falta pero no sabes cómo encontrarlo, no estás solo. Quédate un poco más y a ver si puedo darte algunas ideas. 

No tienes que salvar el mundo tú solo

Esto es importante: no estás aquí para arreglarlo todo. Ni tú, ni yo, ni nadie. El mundo se cambia en red, en colectivo, en procesos. Pensar que todo depende de ti es la receta perfecta para el agobio y la culpa. ¿Has oído hablar de la inteligencia colectiva?

Imagínate que cada persona es como una linterna encendida. Con su propia luz, su ángulo, su forma de ver el mundo. Si estás solo en una habitación oscura, ves un poco. Pero si se juntan diez, cien, mil linternas… de repente se ve todo el cuarto. Se iluminan rincones que ni sabías que existían.

Eso es la inteligencia colectiva: cuando muchas personas, con sus ideas, experiencias y formas de pensar, se juntan y crean algo más grande, más potente, más claro.
No se trata de que todos piensen igual. Al contrario: se trata de que cada uno aporte su luz para ver mejor en común.

Lo que sucede en el mundo no es culpa tuya

Además, lo que sucede no es culpa tuya, pero no tenemos que obviar la responsabilidad que tenemos en nuestro entorno. 

Empieza por algo pequeño. Por algo que te toque de cerca. Lo importante no es hacer mucho de todo, sino algo concreto… y con compromiso. Quizá solo lo veas como una gota en el océano, pero que sepas que tan solo una gota del océano es capaz de iniciar una ola.

Infórmate, pero con filtro

Ver tragedias una detrás de otra no te hace más activista, solo más saturado. Selecciona 2 o 3 cuentas que informen bien y te ayuden a entender (no solo a indignarte). Y si un día necesitas desconectar, hazlo. No estás fallando a nadie por cuidarte. Aquí te dejo otro articulo muy interesante dnde hablamos de las redes sociales.

Hoy en día hay más información que nunca… pero también más ruido. Te llegan noticias por TikTok, por reels de Instagram, por hilos de Twitter, y a veces es difícil saber qué es verdad y qué es puro bulo. Si quieres implicarte en alguna causa o simplemente tener una opinión propia, necesitas filtrar bien. Algunas ideas para informarte bien son:

• Duda antes de creértelo o de compartirlo: Si algo te genera rabia, indignación o parece demasiado impactante para ser verdad, para un segundo.  Las noticias falsas suelen jugar con emociones fuertes.
• Mira de donde viene el contenido. ¿Es una fuente fiable?¿Tiene otros contenidos contrastados o solo busca el click? Cuanto más transparente sea la fuente, mejor.
• Sigue cuentas que informen, no que manipulen. Algunas cuentas en redes sociales hacen un trabajo buenísimo para explicar temas complejos con claridad, sin sensacionalismo.
• Ser crítico no es ser paranoico: es tener criterio. Y eso, en un mundo saturado de información, es un superpoder.

Conviértete en activista… desde lo local

No hace falta irse muy lejos. A veces, lo más transformador está a pocas calles de ti. Un gran amigo senegalés me dijo el primer día que me conoció cuando fui a Senegal a hacer un voluntariado algo que nunca olvidaré: Hacer voluntariado no es algo que sucede durante un mes de tu año. Es un estilo de vida. Es estar al servicio, es compartir, es preocuparte por los demás. Es poner empeño y energía en hacer de tu alrededor un lugar mejor. Aqui te dejo otro artículo sobre cómo ser un activista “sostenible”.

Como dicen en una de mis filosofías favoritas, Ubuntu: “Yo soy porque nosotros somos”. Expresa la idea de que nuestra identidad y bienestar están profundamente conectados con los demás. Nadie florece solo. Lo que hacemos individualmente cobra sentido dentro de una red, una comunidad. Y aquí te dejo otro artículo donde exploramos en profundidad esta increíble filosofía africana.

Siguiendo con el tema. Pregunta en tu ciudad, tu familia, tu barrio: 

• ¿Hay asociaciones o colectivos que trabajen en lo que te interesa?
• ¿Algún proyecto comunitario, huerto urbano, espacio cultural?
• ¿Conoces a alguien que esté involucrado en algún proyecto social?

En muchos barrios hay gente haciendo cosas increíbles. ¡Solo hace falta buscar!

No tienes que ser 100% ecológico, 100% informado o 100% coherente para empezar. Lo perfecto paraliza. Haz lo que puedas, desde donde estás. Y si te equivocas, aprendes.

El mundo necesita menos jueces en redes y más gente imperfecta que haga cosas con amor, con respeto, con ganas. Así que si alguna vez te has preguntado “¿y yo qué puedo hacer?”, la respuesta es: más de lo que crees.

No hace falta tener respuestas, títulos ni superpoderes para ser parte del cambio. Basta con tener ganas, elegir una causa que te toque, y dar un primer paso. Desde lo pequeño. Desde lo local. Desde ti.