Te reto: ¿repetirías tu vida eternamente?

El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación.

Friedrich Nietzsche

Que pena darse cuenta de todas las increíbles lecciones que tenían las interminables y, en muchas ocasiones aburridas, clases de filosofía del instituto. Aún recuerdo escuchar ronquidos de mis compañeros (e incluso míos) al quedarse dormidos escuchando a mi profesor de filosofía hablar de esos pensadores que parecía que solo decían tonterías: Platón y la caverna, Sócrates y los estoicos, Arquímedes el que se metía en la bañera y gritaba Eureka… y sobre todo, ese negativista y depresivo Nietzsche, que parecía que estuviera siempre enfadado con el mundo. O al menos eso pensaba yo. 

Tal fue mi intención de darle una oportunidad a ese filósofo que al cabo de los años me compré “Así habló Zaratustra” con ánimo de leérmelo, pero os confieso que estuvo cogiendo polvo hasta que hace poco decidí rescatar a este autor y bucear en sus pensamientos. 

Este filósofo alemán propone abrazar la vida tal y como es, acogiendo sus altibajos, celebrando tanto las alegrías como los baches. Nietzsche propone el experimento mental del eterno retorno como una herramienta para guiar nuestras acciones y vivir plenamente en el momento presente, aprovechando al máximo cada oportunidad que se nos presente.

Según este filósofo, la moral debe estar enfocada en aumentar el poder. El ser humano es una etapa que debe ser superada para dar paso al superhombre. Y el camino hacia la superación o la transformación en el superhombre consta de tres fases: En la primera fase, la fase del «camello«, el individuo carga con los valores y cultura establecidos. En la segunda fase, el «león«, fuerte y rebelde, se libera de esta carga, pero no tiene la capacidad de construir nada nuevo. En la última fase, el «niño inocente«, crea un nuevo comienzo guiado por la voluntad, dando lugar al surgimiento del superhombre, que es creador y destructor de valores, y que encuentra en el concepto del «eterno retorno» su guía existencial. 

Pero, y ¿qué es el eterno retorno?

Nietzsche dice que las personas, en su edad adulta, no disfrutan de lo único que tienen, el instante presente, sino que lo posponen hacia un futuro hipotético. 

Utilizan frases como: «cuando termine la universidad«, «cuando gane más experiencia«, «cuando cree mi propia empresa«. Nietzsche desafía esta idea o esta filosofía de vida y expresa que el superhombre debe destruir los valores existentes con la fuerza del león y crear su propio sistema desde la inocencia del niño. De hecho, en su libro “La gaya Ciencia” dice: 

“¿Cómo te sentirías si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijera: “Esta vida, tal como la estás viviendo ahora y tal como la has vivido [hasta este momento], deberás vivirla otra vez y aún innumerables veces. Y no habrá en ella nunca nada nuevo, sino que cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada suspiro y todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida deberá volver a ti, y todo en el mismo orden y la misma secuencia – e incluso también esta araña y esta luz de la luna entre los árboles, e incluso también este instante y yo mismo. ¡El eterno reloj de arena de la existencia se invertirá siempre de nuevo y tú con él, pequeña partícula de polvo!”

Eterno retorno y memento mori

Lo descrito anteriormente es ese experimento que comentaba, el eterno retorno. Al final es entender el experimento como un reto: ¿serías capaz de vivir una vida que merezca la pena ser repetida eternamente? 

El concepto de superhombre es el de esa persona que mira a la vida a los ojos y la abraza. En lugar de preocuparnos demasiado por el futuro, deberíamos centrarnos en el presente y valorar lo que la vida tiene de único e irrepetible. Según Nietzsche, podemos hacer esto imaginando que nuestra vida se repetirá eternamente, lo que nos permite liberarnos del peso del futuro y concentrarnos en vivir plenamente el momento presente. Este enfoque nos recuerda que la vida es breve y que debemos aprovechar cada momento que se nos presenta. Esto es el memento mori, el recordatorio de que la vida es efímera y puede acabarse y que el instante es lo único que tienes. 

Cada momento importa, cada acción cuenta. La vida esta llena de momentos únicos y tu compromiso debe ser sacarles el máximo partido, sin olvidar los momentos más difíciles que están presentes en la vida de todas las personas. La vida es toda con sus cimas y sus abismos. 

Por supuesto que todo el mundo querría repetir los momentos que han sido más felices en su vida, esos momentos divertidos con amigos, viajes inolvidables descubriendo el mundo, los amores adolescentes…lo verdaderamente complicado en este reto es ser responsable de toda nuestra vida, abismos incluidos. 

En los abismos, que también nos moldean como las personas que somos, se esconde el verdadero desafío. No va solo de asumir la responsabilidad de los momentos felices. Ser responsable de tu vida pasa por abrazarla toda, sin excepción. Aquí aparece la segunda y última parte del proceso, amar tu propio destino: amor fati. 

Eterno retorno y amor fati

Una vez entendido el reto del eterno retorno y de memento mori (pensar en lo efímera que es la vida para aprovechar el presente) Nietzsche habla de amor fati “Amor al destino”. No es solo la actitud de superhombre ante la vida y el momento presente, no es solo aceptar el destino y las cosas como vienen, sino amar el devenir de las cosas por lo que son. 

Para vivir una vida que merezca ser repetida durante toda la eternidad, debes aceptar los sucesos que te ocurren. Nietzsche, en lucha constante contra el conformismo, da un paso más: no solo debes aceptar lo que te ocurre sino amarlo.
Tras esta pequeña reflexión filosófica creo que el reto está claro: ¿estás dispuesto a vivir una vida que merezca ser repetida durante toda la eternidad?