Esencialismo: la rebeldía de vivir con lo esencial

Esencialismo: la rebeldía de vivir con lo esencial
02Oct 2021

Si, ocupando estanterías y cajones de tu habitación, hay objetos olvidados o cogiendo polvo, ropa que apenas usas y se pierde o arruga en un armario abarrotado, trastos y más trastos que no aportan nada a tu vida… sigue leyendo, ¡este artículo te ayudará a reunir fuerzas para deshacerte de ellos y entender el concepto esencialismo!

¿Qué es el consumismo?

Habrás oído alguna vez hablar del consumismo, puesto que vivimos en una sociedad de consumo. Con esto nos referimos a que la sociedad nos enseña en muchas ocasiones a gastar dinero en cosas que realmente no necesitamos. La publicidad y los medios de comunicación influyen en nuestra mente haciéndonos en algún caso creer que sí necesitamos determinados productos o servicios. Con los avances tecnológicos, es tan fácil consumir que no tenemos ni que movernos de casa para pedir cualquier cosa que se nos antoje.

Esto lleva a una acumulación de pertenencias que no aportan a nuestra vida, ocupando espacio físico en nuestra habitación y ruido en nuestra mente.

Poseer, ¿placer o estrés?

Esa necesidad de “poseer” nos quita energía y distrae nuestra atención de otros aspectos de la vida que es importante cuidar, como nuestra relación con los otros, nuestro desarrollo personal o nuestro camino profesional.

¿Te ha pasado alguna vez que te has sentido culpable por tener, por ejemplo, un juego al que no das uso? Nos genera estrés tener tantos objetos a nuestro alcance para los que no sacamos tiempo. Recuerda que lo que posees, te posee.

El consumismo y la sostenibilidad

En artículos anteriores hemos hablado de sostenibilidad y no debemos olvidar que este consumo sin control no es sostenible para el planeta, puesto que la producción de todo cuanto compramos, genera desperdicios contaminantes y tiene su propia huella de carbono. 

Sustituimos productos que todavía podrían sernos útiles por otros nuevos por ser de más categoría, y en lugar de prestarnos material, dar vida a ropa de segunda mano o realizar intercambios de objetos, preferimos poseer y acumular objetos nuevos. Esta actitud aumenta el consumo y la producción, generando muchos más residuos sin que seamos conscientes de su impacto ambiental.

 Si quieres leer más, aquí te dejo un artículo para aprender a reducir la huella de carbono:

¿Qué es el esencialismo?

Como alternativa surge el concepto de esencialismo. Aunque pueda recordar a esas imágenes, no es un estilo de decoración con paredes blancas y muebles vacíos… Es deshacerse del exceso, de todo lo que nos sobra, para quedarnos con lo esencial, con lo que sea importante para nosotros.

Para ello, el primer ejercicio es hacerte consciente de las cosas que posees, las cosas que compras y cómo inviertes tu tiempo. Visualiza lo liberador que sería tener más espacio para ti, imagina cuando tengas que hacer una mudanza, ¿de verdad cargarías todo lo que ocupa tus cajones?

Si te preguntas cuáles son esas cosas que realmente no necesitas, haz una lista de “por si acaso” que has guardado.

Si tuvieses que meter en una mochila de 30 litros, lo más esencial, ¿qué meterías?

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Y no se trata solo de vivir con lo que entrase en esa mochila, sino darnos cuenta de cuántas cosas cargamos que no nos hacen falta. 

Acciones del esencialismo sencillas

Veo, veo. Abre cajones para descubrir los tipos de cosas que tienes y acumulas. Seguro que te llevas sorpresas.

La caja del olvido. Ponte a prueba. Aquello que no hayas usado en mucho tiempo o no hayas usado nunca mételo en una caja. Si te da miedo deshacerte de esos objetos y echarlos de menos guarda la caja durante 6 meses. Si después de ese tiempo no lo has usado, es momento de tirarla.

Keep calm. Ve poco a poco, no tienes que deshacerte de todo lo que te sobra en una semana si no te apetece. Mantén esa actitud y ve metiendo en la caja algunas cosas cada vez que ordenes el armario o un cajón.

Ve a lo fácil. Saca de casa lo que claramente no necesites, como un regalo que te hicieron hace años y nunca te gustó, objetos que ya no funcionan o juguetes de la infancia que ya no te interesan.

Aplica la regla de “entra uno, sale uno”. Consiste en que cada vez que compres una cosa nueva, deseches su versión más antigua.

Haz algo por los demás, dona. Si lo llevas a alguna organización benéfica que se encargue de dárselo a personas que lo necesiten realmente, te sentirás mejor por deshacerte de esos objetos. Por ejemplo, imagina a niños y niñas sin recursos disfrutando de tus juguetes.Saca un dinerito extra. Hay diferentes aplicaciones, como Ebay o Wallapop, por las que puedes poner en venta esos objetos que no necesitas, así otra persona podrá aprovecharlos y tú tendrás un dinero para gastarlo en algo mejor.

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¡Diviértete! Busca alternativas más divertidas que comprar, algún hobby al que te gustaría dedicarle más tiempo o a hacer planes con amistades.

Sé inteligente y facilita las tareas de casa. Si reduces los trastos que acumulas, te harás el favor de facilitar la limpieza y el orden.

Ahorra con un objetivo. ¿Y si en lugar de acumular ropa te vas de viaje? Proponte gastar menos dinero en esas cosas que has comprobado que acabas teniendo en exceso. Cada vez que vayas a comprarlas, en lugar de hacerlo, mete ese dinero en una hucha.

El esencialismo no te obliga a tirar tu habitación por la ventana, recuerda que tú eliges lo que es importante para ti, de lo que te deshaces y lo que conservas. Cada persona tiene sus necesidades, si identificas las tuyas y solo compras para responder a estas, te liberarás del peso de lo innecesario. Desarrolla tu propio criterio y, ante todo, ¡sé rebelde!, que no decida por ti la sociedad de consumo.

Te lo cuenta...

Iván Ballesteros

Iván Ballesteros

Se presenta como nómada, con diez años de experiencia explorando comunidades donde el desarrollo personal, comunitario, ecológico y artístico son los ejes principales. Ha trabajado en países como España, Rumania, Italia y Alemania y actualmente vive y viaja en su furgoneta “Samsara” co-diseñando proyectos regenerativos y residencias artísticas para zonas rurales, organizaciones y ecoaldeas. Todo lo que hace está ligado a su propósito: “conectar a la gente consigo misma, con las demás y con la naturaleza a través de la experiencia de comunidad”.

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